lunes, 18 de julio de 2016

El Tren (Después de un año)

La magia surgió despues de un año,
quien lo diría,
qué locura.
Subí los escalones del vagón
otra vez a las nueve y cuarto,
pero esta vez de la mañana.
Volvería a buscar tus latidos en tus pupilas,
y el plano de la ciudad en las comisuras de tus labios.
Porque a pesar de un año aquí sigo yo
con las venas abiertas,
susurrando en mi cabeza
que me gusta ver la vida pasar,
que me gusta verla contigo,
después de tanto tiempo
intentándome fumar las dudas y las promesas en un calo.
Que he recordado cuando me abrazaste,
que la luna está en el mar,
que la luna solo está en Valencia,
y lo bonito que es escribir poesía si solo se trata de ti.
Que eres mi tren,
mi tren de las nueve y cuarto.
El tren que le hace cosquillas a las mariposas de mi estómago cuando hablamos de ida
y el que las mariposas me apuñalan el pecho izquierdo si discutimos la vuelta,
el tren de mis ojos.
Y mírame, otra vez jodiendo versos,
decorándolos de aroñez llorando por tus brazos.
Mírame a los ojos
que esta poesía es para ti,
esta poesía es para que la continúes tú,
por si te da por refugiarte entre líneas y te atreves a pensarme,
que yo me guardo las mías
para recordarte cuando me duela el corazón.
Fúmate tu las dudas,
que yo sigo sin aclararme,
que yo me cojo el billete de vuelta,
a ver si el Karma me da la espalda
y vuelvo a aparecer a las nueve y cuarto de la mañana camino al este.
A ver si rezándole al demonio,
esta vida entiende pasajero,
que me atrevo a vivir de pie,
esperando el siguiente vagón. 


El Tren (Hace un año):

domingo, 3 de julio de 2016

Soria, te quiero

Me acuerdo de aquel primer día que me quedé llorando en la puerta de la Alameda,
mi madre no paraba de decirme que tenía que echar a volar y salir del nido,
y nunca se me olvidarán los brazos de mi padre rodeando mis hombros
diciendo que arrasase con todo.
Es mágico, porque empecé llorando y acabaré igual,
de un lugar al que no quería ir y del que ahora no quiero marcharme.
He pasado por tanto,
compartiendo diez metros a lo largo con las paredes escondidas tras los dibujos de mi compañero.
Esos rincones que han pasado tan desapercibidos y que ahora llamo casa,
porque hay tantas historias detrás de esos muros.
He desperdiciado tanto tiempo como el que he aprovechado,
pero sobretodo ha sido duro y a día de hoy lo es, pero de distinta manera.
Se ha montado tanta gente a mi vagón que me he dado cuenta quien vale la pena y quien no,
porque primero están los que prometen y después los que rompen las promesas.
Ha sido toda una aventura que no ha hecho nada más que empezar,
porque siempre diré que lo peor de hacer las maletas es lo que te dejas fuera,
y yo aquí, me dejo una vida para luego volver.
Siempre quedarán esos momentos que enamoran,
esas sonrisas que rompen los esquemas,
que te obligan a improvisar cada día y te estallan las comisuras.
Un brindis poeta, por mi nueva familia,
por quien de verdad vale la pena luchar día a día,
por los que de verdad merece derramar un par de lágrimas,
preocuparse constantemente o que estos se preocupen de tí.
Por aquellos con los que te enfadas constatemente
o por los cuales se te escapa una pequeña sonrisa entre tanta tontería,
que en resumidas cuentas, llegan a ser los mismos.
Pero sobre todo me quito el sombrero con los que me abrieron las alas cuando me tocó aletear perdido en otro entorno distinto.
A dos autobuses de mi casa, que muchas veces ha sido el impedimento a volver corriendo y rendirme cuando más baja ha sido la caída.
Porque cuando notas todo tan sumamente lejos, extrañas los pequeños detalles que olvidaste por completo.
Decía que te encontraría en alguno de esos bares dando saltos de alegría
y lo que veo es a las personas que más quiero dando botes en el bar de siempre al que llamamos casa.
Quizas ha sido un año tan veloz,
que se ha consumido más rápido que algunas promesas,
como esos tres últimos calos de un cigarrillo.
Me ha dado tiempo a olvidar a ciertas personas que no valen la pena,
a probar el amor
y a darme cuenta que no estoy preparado para someterme
aunque aveces eche en falta cierto cariño.
He viajado tanto como he podido,
y compartiendo ciertas melodías con los de siempre.
Me he aventurado, notando esos brazos que creía perfectos
rodeándome en plena fachada de Atocha,
pero para que me entiendas, yo me enamoré de Soria
y de ver a aquella niña con el vaso levantado, bailando Como te Atreves de Morat.
Me he hechizado de tantas sintonías,
es más,
he sintonizado con los pequeños detalles de personas
que valen más que la alegría.
Y al final,
tenía tantas ganas de escribir este poema que no se como continuarlo.
Son tantas las palabras que me gustaría calcar,
que se me va la cabeza.
No podría describir tantos momentos de felicidad,
de lágrimas de todo tipo,
riendo o descubriendo nuevos corazones.
Soy incapaz de escribir todo eso en una hoja tan pequeña,
porque al final te quedas con lo esencial que es lo más bonito.
Aprendes a valorar a las personas por como son
y te acabas dando tantos tortazos contra la pared.
Los agradecimientos para quien ya lo saben,
que ojalá volviese a ese 29 de Sepriembre donde empezó todo,
aunque habrá que esperar tres meses para que la magia vuelva a suceder de una manera mejor.
Y que le den por culo a quien dijo que todos necesitamos un poquito de sur para ver el norte,
porque el norte tiene mi corazón
entre los callejones de la Dehesa.


 

lunes, 16 de mayo de 2016

Caras tristes,

 Que pequeña es esta ciudad
y que altos son los rascacielos,
que me siento minúsculo entre las venas de las calles.
Hay tantos rostros congelados,
algunos con una pequeña chispa de esperanza
pero se encuentran abatidos sobre las frías aceras.
Cada minuto entiendo menos lo que sucede,
parece que la prisa conquista las piernas de todo individuo,
es como si les faltase un pedacito de su corazón.
Son marionetas con los hilos barnizados en órdenes.
como si les fuese la vida en mirar al frente y afirmar con la cabeza.
Como cuando comprendes que las promesas se consumen más rápido que un cigarrillo
o que olvidar duele,
porque es muy fácil recordar sintonías alegres.
Perderse es la mejor idea,
no creo que nadie desease encontrarse aquí.
El frío contagia muecas tristes
pianos rotos.
Sólo quedan vivos aquellos con el corazón de oro,
ni de acero ni bajo cero.
Sólo quedan aquellos que escriben que será para comida,
aquellos que adornan las calles con colores y no con señales que son mandatos.
Aquellos que piden la hora y dan las gracias,
aquellos que dan los buenos días aunque el suyo haya empezado como una mierda.
Aquellos que cruzan miradas y no la carretera,
esos, serían los supervivientes,
los héroes y heroínas de la ciudad, del mundo.
Pero sobretodo sobreviven los que cierran los ojos y caminan sobre el asfalto,
aquellos capaces de escuchar alegres sintonías tras el ajetreado pitido de los coches.
Queda intacto quien se atreve a soñar,
quien defiende el amor,
queda libre aquel que se cae y se levanta,
queda ileso quien quiera sonreir,
pero sobretodo, quien sepa lo que quiera.

lunes, 2 de mayo de 2016

Tú.

Se abre el telón y aparece la mueca de tu sonrisa,
no se como se llama la función
pero me encantaría si funcionase.
Lo que se es que se abren mis venas cuando me sonríes
y ahí la función comieza cuando mi corazón rompe a palpitar,
que roto está el corazón,
pero palpita,
ahí sigue dando guerra.
Enloquezco cuando me veo reflejado en tus ojos,
esos que son mi perdición,
pero pierdo ya el sano juicio si me dices que me quieres.
Porque se que te volveré a ver devolviéndole el rayo de luz al sol,
se que volverás a ser lo que eras antes de ese tifón,
te levantarás como lo has hecho otras veces,
quiero volver a verte dar saltos de alegría
y que vuelvas a refugiarte en poesía si de nuevo lo necesitas,
porque los bares no refugian, sino que te esconden.
Por eso me encantaría que funcionase el telón en el que aparece tu sonrisa,
espejo,
y sabría ya como llamar a la función,
aquí estoy de nuevo.

miércoles, 27 de abril de 2016

Adiós

Hace un par de minutos que anocheció
y pensé que amanecería temprano,
pero fíjate que lloverá en cosa de segundos,
se nublará y me olvidaré de cegarme con el sol.
Parece mentira que ayer estuviese escribiendo como son las comisuras de tus labios
y hoy estoy aquí escribiendo una carta de despedida,
aunque ya no se si serán para tus pupilas
o por todos esos momentos que jamás hemos vivido,
que hoy era día para besarte,
y hoy serían todos los días.
Que con todo esto te afirmo
que todos los días salía de casa sin que tan solo un pelo se moviese
para poder conquistarte,
incluso cambié de corte de pelo,
porque algo me decía que te iba a gustar más.
También que cuando veía algún mensaje tuyo
se me colocaban estrellas en los ojos
y destruía el oxígeno a carcajadas bajitas.
Porque uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde,
y cada copa a quién le toca,
pero lo peor de todo es que yo siempre supe lo especial que eras
sin haber podido tenerte,
porque el puedo siempre me sonó a miedo si se trataba de ti.
Aunque si soy franco, siempre pensé que estaba hecho para estar sólo
aunque con las vibraciones de otras personas que jamás llegarán a igualarte.
El final de esta carta te quiere dar las gracias,
porque al fin y al cabo has sido la mejor inspiración hasta ahora,
ojalá otros muchos puedan recitarte esas palabras que hablan de tí en mis letras,
y que tengan un final inolvidable.

lunes, 18 de abril de 2016

No pierdas por error a quien te quiere, ni quieras por error a quien no le importas.

¿Qué se siente cuando te das cuenta que quieres a quien menos te aprecia, y menosprecias a quién te quiere?
¿Será como ese dolor de cabeza después de un día de resaca, o como un puñetazo en la boca del estómago?
¿Qué se siente al ser tan subnormal?
¿Será que solo soy un masoca que se derrite con tu boca o tu mirada que me provoca?
Ya no me sirven aquellas escusas tan ridículas por darme cuenta que siempre supe lo que tuve pero nunca pensé que lo perdería.
Cada oveja con su pareja
y cada copa a quien le toca
o cada llama a quien le toque quemarse.
Porque hubiera elegido cualquier lugar con tal de que estuvieses tú,
pero decidí aceptar mi mierda,
porque somos el tiempo que nos queda.

miércoles, 6 de abril de 2016

Ella.

Recorría aquellas calles como ese niño despistado,
volaba medio mundo buscando nuevos rumbos, nuevas historias,
y se movía entre las sábanas como el tabaco en el papel,
como el pincel entre las manos del artista.
Tan pronto recitaba versos de Marea como estrofas de Neruda,
era un terremoto.
Aparecen estrellas en sus pupilas cada vez que le cantas una de Roberto Iniesta,
y se le ensanchan las comisuras cuando le dices que todo va bien.
Es una chica droga, engancha con cada uno de sus gestos
y una chica medicina, que te cura todas las heridas cuando más lo necesitas.
Es un trueno en una tormenta de verano,
primero llora y después grita que se va a comer el mundo.
Es mirarla y caer al instante con esos ojos color primavera, alivio, pasajero.
Hipnotiza a todos con sus andares,
mi dama de bares,
oxígeno de ser vivo.
La última en caer, no desiste,
y es capaz de poner al círculo en pie.
Ella es la locura de un poeta, la ilusión del niño, la sabiduría de un anciano,
ella es increíble.
Es capaz de reparar corazones cuarteados, de volver a ponerlos en marcha.
Tiene unas piernas de verso y unos besos de labios
que hechizan a los sabios convirtiéndolos en niño.
Escucha aquella canción que salta en lista cinco o seis veces, adicta a las buenas vibraciones.
Tiene una serpiente de columna que le hace bailar en medio de la calle, y cuando baila parece que vuela.
Todavía es una niña, y siempre lo será, porque afirma que nunca es tarde para morir jóven, porque el corazón no envejece si uno no quiere.
Ella arde pareciendo no apagarse,
incendia y arrasa con todo,
ni mil tormentas pueden con ella,
es el temor de los problemas,
nunca se consume.
Se pone zapatos porque dice que son más comodos para caminar,
pero yo creo que no usa mucho tacones porque sobrepasaría los límites.
Tan pronto es sol en invierno, como sombra en verano,
no mira el pasado sino aprende
y no mira el futuro, improvisa.
Ella es única,
y si algun día no estuviese, si algún día no estuviese notaría partido eso que late.