jueves, 6 de agosto de 2015

El Tren.

Marcamos aquella despedida con un beso,
el tren de las nueve y cuarto se acercaba
y ya no sabia si volvería a verte.
El viaje de vuelta fue una pesadilla,
ojala me hubiera dado tiempo a darte un último beso,
pero es que el tiempo esta vez no estaba a nuestro favor,
y claro,
como todo,
me suelen salir mal las cosas.
Prometimos hablar de vez en cuando,
pero ya entiendes la distancia,
y si no la entiendes es
porque no tienes un diamante lejos.
Y no es que a ti te quiera de verdad
porque nunca me diste motivos
aunque creí que algún día me los darías,
ya me entiendes,
yo y mi inmadurez con las pequeñas cosas,
disculpame.
Pero para estos temas aún no he sacado la cabeza del pozo al que acudo cuando genero mi propia tormenta
en algún rincón de mi cajita de porcelana,
que algún día romperé por ser tan ingenuo.
Y he aprendido que,
a veces,
el orden de los factores si altera el producto,
yo te deseo,
tu le deseas,
el te desea
y yo
me deseo
no
ser
tan
subnormal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario